Centro de Estudios Históricos de Andalucía.
Granada Abierta con estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada
De Izquierda a derecha: Antonio Romero, Elena Díaz, Paco Vigueras y Consuelo Fernández, representaron a Granada Abierta en las jornadas celebradas en el municipio granadino de Illora..
Antonio Romero, Consuelo Fernández y Paco Vigueras presentaron en Illora el proyecto Por la Convivencia, No a la Toma, que promueve la plataforma Granada Abierta.
Granada Abierta anima al municipio de Íllora a organizar una Fiesta de las Culturas
Granada Abierta ha presentado en Íllora su proyecto 'Por la Convivencia, No a la Toma', invitada por la Asociación Cultural La Pileta, en colaboración con el Ayuntamiento de este municipio granadino.
También ha participado en un debate sobre las Fiestas de Moros y Cristianos, señalando que son "recreaciones históricas sobre episodios de guerra". Según Granada Abierta, "es conveniente evitar fiestas que dividen a los vecinos en dos bandos y que pueden promover la islamofobia".
En cambio, Granada Abierta ha animado a la Asociación La Pileta a organizar una Fiesta de las Culturas, para "divulgar el legado poético, musical y científico andalusí. Y que tenga además un carácter laico para que pueda participar toda la ciudadanía".
Granada Abierta en el Parlamento Andaluz
ante el busto de Blas Infante
Hemos conseguido que la cámara autonómica rechace la declaración de la Toma
como Bien de Interés Cultural.
Cartel de este congreso que se inauguró en Bubión.
CONGRESO INTERNACIONAL
“RECORDAR LA GUERRA, CONSTRUIR LA PAZ”
Con motivo del 450 aniversario de la rebelión de los moriscos en la Alpujarra
Granada Abierta presentó una comunicación en este Congreso Internacional organizado por la Universidad de Granada
Juan Antonio Díaz y Francisco Vigueras representaron a Granada Abierta en este congreso.
Paco Vigueras durante su intervención en el congreso "Recordar la guerra, construir la paz".
Cartel de este congreso internacional que se clausuró en Laujar de Andarax.
Comunicación de Granada Abierta
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL DE LOS MORISCOS
Resumen en español
El caballero morisco don Francisco Núñez
Muley intentó demostrar en su Memorial que las costumbres de la comunidad
morisca estaban protegidas por las Capitulaciones de Granada, firmadas el 25 de
noviembre de 1491. Que dichas costumbres no tenían nada que ver con el Islam,
sino que eran propias de su identidad cultural. El Memorial no tuvo éxito y la
nueva pragmática de Felipe II contra los moriscos sería la causa principal de
la rebelión de la Alpujarra y posterior expulsión de los vencidos.
Sus descendientes viven hoy en el Magreb,
quieren que se reconozca su nacionalidad española y desean volver a la tierra
de sus antepasados. El Estado español ha reconocido ya la nacionalidad de los
judíos sefardíes, luego sería justo que los
descendientes de los moriscos, expulsados ilegalmente al norte de África,
recibieran el mismo reconocimiento.
Abstract in English
REFLECTIONS ON MORISCO CULTURAL
IDENTITY
Comunicación traducida al inglés por Juan Antonio Díaz
The
Morisco knight don Francisco Nuñez Miley tried to demonstrate in his Memorial
that the customs of the Morisco community were under the protection of
Capitulaciones de Granada, signed November, 25, 1491. Those customs had no relation to
Islam , but were part of their cultural identity. The
Memorial has no success and the new law of Phillip
II against the Moriscos was the main cause of the
rebellion of the Alpujarra and the subsequent expulsion of the
defeated.
Their descendants live in Magreb and they just want to be
recognized as Spanish citizens and to come back to the land of their ancestors.
The Spanish state has already given citizenship to Sephardi
Jews, and it would be fair to do the same to the Morisco descendants who were
expelled also illegally from their land.
Francisco Vigueras Roldán, periodista y
escritor.
Juan Antonio Díaz López, profesor de la
Universidad de Granada
Sección: Diferencia y diversidad en la Edad
Moderna
El rey Felipe II puso en marcha unas
medidas para erradicar las costumbres de la comunidad morisca, que estaban
protegidas por las Capitulaciones de Granada,
firmadas el 25 de noviembre de 1491 por Boabdil, último emir granadino, y los
Reyes Católicos. La ofensiva felipista contra los moriscos vulneraba estas
Capitulaciones y sería la causa principal de la rebelión de la Alpujarra y
posterior expulsión de los vencidos. La nueva pragmática ,
pregonada en 1567, consistía en una serie de capítulos y ordenanzas, de
obligado cumplimiento, en los que se prohibía el hábito morisco en hombres y
mujeres; éstas últimas, además, deberían llevar el rostro destapado
obligatoriamente y dejarían de alheñarse cara y manos. También quedaban
prohibidos los baños públicos, así como las bodas, desposorios o cualquier tipo
de fiesta y zambra, con instrumentos ni cantares moriscos, aunque en ellos no
se dijese nada contra la religión cristiana. Además, las puertas de las casas
deberían permanecer abiertas para comprobar que se respetaba esta pragmática. Al
mismo tiempo, decretaba la prohibición de la lengua arábiga y el uso de nombres
y apellidos de moros. Por tanto, medidas que suponían una grave alteración de
las relaciones sociales, comerciales y culturales, y sobre todo, una amenaza
para la supervivencia de la comunidad morisca.
La arabista Mercedes García
Arenal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, nos dice: “Las
ordenanzas no sólo eran medidas de represión religiosa o política, tenían
también como objetivo hacer desaparecer a los moriscos como grupo cultural”.
Fernand Braudel lo definiría como “conflicto de civilizaciones” (4).
Prohibir el hábito morisco e imponer a las
mujeres que llevaran el rostro descubierto eran medidas humillantes. Y la
obligación de mantener las puertas de las casas abiertas, una violación del
derecho a la intimidad. Por último, la pérdida de los nombres árabes era
particularmente importante, “pues suponía la desaparición de linajes y
genealogías, y con ello, la desintegración de una estructura social”, según el
investigador Julio Caro Baroja (5).
No era la primera vez que se
prohibía a los moriscos el uso de su lengua y sus costumbres. Durante el
reinado de Carlos V, habían conseguido retrasar estas medidas a base de dinero.
Sin embargo, con Felipe II no parecía posible más dilación, por lo que el
caballero morisco Francisco Núñez Muley envió a la Audiencia de Granada un
Memorial (6) en el que intentó demostrar que tales costumbres nada tenían que
ver con el Islam, pues eran propias de su identidad cultural.
Núñez Muley recordaba en su
Memorial que cuando los musulmanes granadinos se convirtieron a la fe
cristiana, ninguna condición hubo que les obligase a dejar el hábito, ni la
lengua, ni las otras costumbres:
“Y para decir
verdad, la conversión fue por fuerza, contra lo capitulado por los señores
Reyes Católicos, cuando el rey Abdilehi les entregó esa ciudad”.
En cuanto al vestido morisco,
proponía que fuese aceptado como el traje típico de Castilla o Aragón, y la
lengua árabe, como el gallego o el catalán.
De nada sirvió la súplica del
caballero morisco Francisco Núñez Muley. El Memorial no tuvo el menor éxito y
la pragmática entró en vigor, provocando un nuevo levantamiento de la comunidad
morisca. Aplastada a sangre y fuego la rebelión, Felipe II mandó preparar, el 1
de noviembre de 1570, la expulsión de 110.000 moriscos granadinos, una de las
mayores deportaciones que ha conocido la historia de la humanidad. Sus
descendientes viven hoy en Marruecos, Túnez y otros países del Magreb. Se
sienten andaluces y, en muchos casos, desean volver a la tierra de sus
antepasados.
El ideólogo del andalucismo, Blas
Infante, nos enseñó a mirar al otro lado del Estrecho para comprender la
dimensión histórica del éxodo andalusí. Su biógrafo, Enrique Iniesta, nos dice (7): “Nuestro notario, inquieto y
estudioso, encontró la edad dorada andaluza en los años andalusíes”. Iniesta se
refiere al viaje que Infante hizo a Marruecos en 1924 para reunirse con los
descendientes de lo que llamó “la diáspora andaluza”. Es decir, los moriscos y
judíos que fueron deportados al norte de África por los Reyes Católicos y
Felipe II: “Más de un millón de hermanos nuestros –decía Infante-, de andaluces
inicuamente expulsados de su solar, hay esparcidos desde Tánger a Damasco”.
Blas Infante visitó en Agmat, al
sur de Marrakech, la tumba de Al Mutamid, el rey-poeta de Sevilla, expulsado
siglos antes por el fanatismo religioso de los almorávides. Comprendió entonces
que al-Mutamid fue víctima de dos enemigos: “La intransigencia ortodoxa del
frente sur de su reino (los almorávides) y la presión norteña de los reyes
cristianos, ajenos ambos a un genio tolerante del Islam andaluz”. Infante
descubrió que los hijos más ilustres de la Andalucía medieval tuvieron que
exiliarse, perseguidos por dos integrismos: el almorávide y el católico.
Sin embargo, sus investigaciones
trascendieron poco. Asesinado por los franquistas en 1936, la obra de Blas
Infante fue silenciada. Se conoce al Infante del Ideal Andaluz, pero no al de
la madurez intelectual, que escribió sobre la diáspora andalusí. Hemos seguido
sus pasos por el norte de Marruecos en busca de la huella dejada por los
moriscos en el exilio. Y hemos descubierto en Chauén que, a pesar del tiempo
transcurrido, sus descendientes no han olvidado aquella tragedia y, más aún,
mantienen vivo el deseo de volver a la tierra de sus antepasados.
El 14 de febrero de 2002 se
celebró en Chauen el Primer Congreso de Historia de al-Andalus que reunió en
esta localidad del norte de Marruecos a centenares de musulmanes de origen
andalusí. El motivo del encuentro no era otro que conmemorar el Quinto
Centenario del primer edicto de expulsión de los Reyes Católicos, decretado el
14 de febrero de 1502.
Hasta diez veces se repetía la
expresión “para siempre jamás” en el texto de las Capitulaciones de Granada
(1), pero la realidad sería muy distinta. Los Reyes Católicos no tardaron ni
ocho años en quebrantar su juramento, valiéndose del cardenal Francisco Ximénez
de Cisneros, que ordenó quemar la biblioteca de la Madraza en la Plaza de
Bib-Rambla y emprendió una campaña de conversiones forzosas en 1499. Urdieron
estas medidas para provocar la rebelión de los moriscos que, una vez aplastada,
les dio la excusa para decretar la primera expulsión. Como ya hemos mencionado
antes, con Carlos V los moriscos lograron una tregua, pero con Felipe II volvió
a repetirse la calculada maniobra y esta vez no pudieron impedirlo con dinero:
vulneración de capitulaciones, rebelión y segunda expulsión. Y con Felipe III,
llegaría en 1609 la expulsión general.
CARTA ABIERTA AL REY DE ESPAÑA
En el año 2002, los musulmanes de
origen andalusí, reunidos en Chauen, pidieron la reparación de aquel agravio
histórico, a través de la siguiente carta del historiador Mohamed Ibn Azzuz
Hakim, dirigida al entonces Rey de España, Juan Carlos I (8):
Majestad:
“Con su venia, tengo el honor de
dirigirle esta carta abierta, motivada por el V Centenario del primer Edicto de
expulsión de los musulmanes andalusíes, dictado por los Reyes Católicos, el 14
de febrero de 1502, que fue el primer acto de la gran tragedia de al-Andalus,
cuyo acto final lo constituyeron los Edictos de expulsión de los moriscos,
dictados por Felipe II en 1567 y Felipe III en 1609.
Es verdad que la medida de
expulsión no afectó sólo a los musulmanes andalusíes, sino que también hubo
otro Edicto anterior, dictado por los mismos Reyes Católicos, de fecha 31 de
marzo de 1492, por el que fueron expulsados los judíos sefardíes. Pero V.M. ha
tenido a bien reparar el agravio hecho al colectivo judío, revocando el Edicto
del año 1492 y presentando públicamente la excusas debidas a los judíos
(sefardíes o no) en la persona del presidente de Israel.
Como el gallardo gesto de V.M.
hacia los judíos sefardíes tuvo lugar con ocasión del V Centenario de su
expulsión de España; nos permitimos recordar a V.M. que el día 14 de febrero de
2002 se cumple también el V Centenario de la expulsión de los musulmanes andalusíes,
por lo que sus descendientes se creen asimismo acreedores de una reparación del
agravio hecho a sus antepasados. Y consideran que es de justicia que el anuncio
de la revocación de todos los Edictos de expulsión y el reconocimiento público
de los viejos errores cometidos tenga lugar en Granada, en presencia de S.M. el
Rey de Marruecos.
Además de la reparación moral,
los musulmanes de origen andalusí piden un tratamiento preferencial en la Ley
de Extranjería, similar al que tiene la comunidad sefardí. De los musulmanes
andalusíes nadie se acordó a la hora de redactar dicha Ley. Por eso, cuando se
elaboraba la nueva Ley de Extranjería, hicimos gestiones cerca de la
Presidencia de las Cortes Españolas, en el sentido de que se repare esta nueva
injusticia cometida contra los musulmanes de origen andalusí, que no eran menos
españoles que los judíos sefardíes.
Es gracia que esperan merecer de
V.M. los musulmanes marroquíes de origen andalusí, cuyo número supera el millón
de almas, que ostentan con orgullo el apellido genuinamente español y conservan
celosamente su cultura vernácula heredada de sus antepasados, que eran
españoles cien por cien, y por lo tanto sus descendientes tienen derecho moral
a recuperar su identidad histórica en el Estado de Derecho de la España plural
de nuestros días, donde desean tener, por lo menos, el mismo trato preferencial
otorgado a los judíos sefardíes en la ley de extranjería”.
Es decir, lo que reclamaba
Mohamed Ibn Azzuz Hakím, en nombre de la comunidad morisca en el exilio, es un
tratamiento que les permita volver a la tierra de sus antepasados, por entender
que éstos fueron expulsados ilegalmente, como resultado del quebrantamiento de
las Capitulaciones de Granada. Derecho al retorno que reivindican, desde hace
años, los exiliados que viven en el norte de Marruecos, Una diáspora
magistralmente documentada por este hispanista e historiador de origen
almeriense.
Azzuz Hakim es descendiente de
una familia andalusí que vivió en la villa de Cariatiz (provincia de Almería). En
su árbol genealógico figuran los apellidos: Murcia, Alicante, Redondo, Cáceres,
Cárdenas, Rellán, Ruiz, Sarriá, Segura, Vera, Marchena, Ponce, Sobras y Abril.
Pero el historiador no sólo aporta su propia ascendencia, ha recopilado también
dos manuscritos y un centenar de testimonios, escritos en árabe, sobre la caída
de Granada, la expulsión de los musulmanes del reino nazarí y su deportación y
establecimiento en Marruecos. Es la prueba más fehaciente de que la memoria
histórica del exilio andalusí continúa viva.
Según Azzuz Hakim, los edictos de
expulsión daban a los musulmanes un plazo de dos meses para abandonar la patria
de sus abuelos si no abrazaban la religión cristiana. Los descendientes de loa
andalusíes exiliados en Marruecos –añade el historiador – sabían que sus
antepasados se habían instalado precisamente en las costas del Rif y de Gomara,
con la esperanza de volver algún día a su patria perdida. En el manuscrito del
alfaquí Barhum se pone de manifiesto que todavía a principios del siglo XIX se
conservaba viva esa esperanza, ya que el mismo alfaquí nos dice que conservaba
las llaves de dos casas que sus antepasados poseyeron en Granada, como le
constaba que otras familias de la villa de Tagassa poseían las llaves de sus
casas abandonadas en al-Andalus.
DERECHO AL RETORNO
Salah Den Ajha Garnati quiso
volver a Granada en 1995, apelando a su origen andalusí. Con este fin, puso en
marcha un proceso judicial para reclamar su derecho al retorno. El juez dictó
sentencia, ordenando la expulsión de Salah Garnati, pero éste no se dio por
vencido y decidió interponer un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia
de Andalucía. A pesar de que el citado recurso paralizaba la orden de
expulsión, a la espera de sentencia firme, Salah Garnati fue obligado a
regresar a Tetuán, Marruecos (9). Pasaron los años sin tener noticias de aquel
recurso y fue entonces cuando pidió amparo al Defensor del Pueblo Andaluz, pero
José Chamizo no pudo hacer nada. Investigó el caso y envió la siguiente carta a
Salah Den Ajha Garnati (10):
“Su representante legal en los
referenciados autos se desistió del procedimiento tres meses después de haber
conseguido la orden de paralizar la expulsión, (desistirse es un término
jurídico que significa abandonar voluntariamente el procedimiento judicial
emprendido, solicitando que no siga adelante)… al haberse desistido el Recurso
interpuesto, la sentencia adquirió firmeza”.
De la carta se desprende que
Salah Den Ajha Garnati fue víctima de indefensión por parte de su abogado, que
nunca consultó a su defendido la decisión de “desistir” el recurso. Estaríamos
pues ante un presunto caso de prevaricación y deslealtad profesional con el que
se pretende desanimar a los musulmanes de origen andalusí para que no reclamen
por la vía judicial su derecho al retorno.
PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA
También desde Andalucía se han
impulsado iniciativas para hacer justicia histórica a los moriscos expulsados y
a sus descendientes. En 2010, la Fundación Blas Infante presentó oficialmente
la candidatura para que se concediera el Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia a la comunidad morisca (11). La candidatura contó con el apoyo de
intelectuales como el Nóbel de Literatura, José Saramago, el escritor libanés,
Amín Maalouf, o los filósofos Samí Nair y Juan Goytisolo. Asimismo, se unieron expertos internacionales
en historia de los moriscos como Bernard Vincent, profesor de La Sorbona de
París, Francisco Márquez Villanueva, catedrático emérito de Harvard, o la
directora de cine Izza Genini.
A la candidatura se unieron
igualmente dos figuras simbólicas: Mansur Escudero, presidente de la Junta
Islámica de España, y el sacerdote Jesús Sánchez-Adalid, en representación de
un colectivo de cristianos. Además, 3.000 personas firmaron su adhesión a esta
candidatura, que se presentaban 18 años después de que los judíos sefardíes
recibieran este mismo premio en 1992, con motivo de los 500 años de su injusta
expulsión. Por tanto, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia se
convertía también en una forma de reparar el agravio comparativo entre judíos y
moriscos.
Entre los firmantes estaba el
diputado José Antonio Pérez Tapias, que años antes había presentado en el
Congreso una iniciativa parlamentaria en la que pedía el reconocimiento de la
injusticia cometida contra la comunidad morisca, formada por miles de personas
en todo el mundo. Y el hispanista Ian Gibson, firme defensor de una España
multicultural reconciliada con su pasado, que recordaba las palabras del poeta
Federico García Lorca: “Yo creo que el ser de Granada me inclina a la
comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío… del
morisco que todos llevamos dentro”. El
biógrafo lorquiano había destacado en 2002, cuando dio su apoyo al historiador Mohamed
Ibn Azzuz Hakim, que vino a la ciudad de la Alhambra para pedir justicia,
invitado por la Plataforma Granada Abierta. Como decía Ian Gibson: “¿Por qué
don Juan Carlos pidió disculpas a los judíos sefardíes y no al medio millón de
moriscos andalusíes, arrojados con saña de su patria? (12). Precisamente, la
candidatura, que se definió como “ciudadana, laica, libre, independiente y
plural”, se presentó en la Casa de
Sefarad de la capital cordobesa.
Sin embargo, han pasado los años
y ni la carta-protesta dirigida por Azzuz Hakim al Rey de España en 2002, ni la
candidatura al Premio Príncipe de Asturias en 2010, han obtenido respuesta. La
deuda histórica con los moriscos sigue pendiente.
(Nota 1) Capitulaciones de Granada del
25 de noviembre de 1491, que se puede
consultar en la Biblioteca Nacional de Madrid.
(Nota 2) Pragmática contra los moriscos
de Felipe II, pregonada en 1567, que
se puede consultar en la Biblioteca Nacional de Madrid.
(Nota 3) Los moriscos, artículo publicado por la arabista Mercedes García
Arenal, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el libro
colectivo Granada por la Tolerancia,
editado en el año 2000 por la Consejería de Relaciones con el Parlamento de la
Junta de Andalucía.
(Nota 4) El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II, libro
de Fernand Braudel, publicado por Fondo de Cultura Económica, Madrid 1993.
(Nota 5) Los moriscos del Reino de
Granada, libro de Julio Caro Baroja,
publicado por Editora Nacional de Madrid en 1975.
(Nota 6) Memorial en defensa de las
costumbres moriscas, de Francisco
Núñez Muley, publicado por Linkgua Ediciones, 2009.
(Nota 7) Al-Andalus en Blas Infante, libro de Enrique Iniesta Coullaut-Valera , publicado
por Darek Nyumba en Madrid (1998).
(Nota 8) La tragedia de al-Andalus, libro publicado por el hispanista marroquí Mohamed
Ibn Azzuz Hakim, que incluye una Carta
abierta al Rey de España. Editado por el propio autor en el año 2002.
(Nota 9) Los descendientes de los
moriscos quieren volver, artículo de
opinión publicado por Francisco Vigueras Roldán en el diario Granada Hoy, con
motivo del Congreso Internacional celebrado en Granada, del 13 al 16 de mayo de
2009, para conmemorar el cuarto centenario de la expulsión general de los
moriscos.
(Nota 10) Carta del Defensor del Pueblo
Andaluz, don José Chamizo de la
Rubia, remitida el 5 de julio del año 2002 a don Salah Den Ajha Garnati, residente en
Tetuán (Marruecos).
(Nota 11) Intelectuales y creadores
proponen a los moriscos andalusíes para el Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia, noticia difundida el 5 de
abril de 2010 por la agencia Europapress/Andalucía.
(Nota 12) Moriscos, artículo de opinión publicado por el hispanista Ian
Gibson, el domingo 11 de enero de 2009, en el diario Público.